En la Punta del
Chazo dos rocas se disputan el título de “Roca de Pensar”, la
primera es la más cercana a la rampa que se hunde en la Ría de
Arosa; la segunda está un poco más al oeste, más alejada de las
miradas de los demás.
Siempre que me siento en la Roca de Pensar —la mía es la más
cercana, resuelta la polémica por pura vagancia— es para echar de
menos algo. Por las mañanas echo de menos el no haber cogido un
jersey con el que abrigarme, por las tardes echo de menos el fumar,
porque en la Roca de Pensar se piensa mejor con las manos ocupadas y además, qué demonios, porque da estilo que los demás te vean fumando en la Roca de Pensar. Sobre todo si estás en la más cercana, que es donde todo el mundo te ve.
Ahora, lo que echo de menos, es la Roca de Pensar.
Desde la Roca de Pensar
