Anoche soñé que te besaba.
No deja de ser curioso, porque mi subconsciente me traiciona justo cuando las aguas acaban de calmarse, cuando tu recuerdo ya no duele, y del moretón en mi alma no queda sino un resto amarillento que intenta recordarme lo torpe que fui cuando me enfrenté al látigo de tu mirada.
Anoche soñé que te besaba, que tu mano agarraba la mía, y ni el café, ni las tostadas, ni la pasta de dientes han borrado el sabor de tus labios ni el recuerdo de las yemas de tus dedos rodeando mi cuello.