Hemos llegado a un extremo en el que un yogur puede ser más caro no por ser mejor, sino por parecer que lo es.
Hemos llegado a un extremo en el que no compramos cosas porque las necesitamos, sino porque nos convencen de que son necesarias.
Hemos llegado a un extremo en la investigación no se dirige a hacer cosas que mejoren nuestro bienestar, sino cosas que, alguien, piensa que se van a vender más.
Hemos llegado a un extremo en el que un gobierno no tiene porqué hacer bien las cosas. Sólo parecer que lo hace.
Entre otras dictaduras, hay que abolir la dictadura del marketing.