Los libros de Burroughs son uno de los embriones de toda la literatura posterior de aventuras, y leyéndolo te das cuenta de cómo influyó en La Guerra de las Galaxias (de hecho, la aventura de Burroughs está objetivamente mejor construida que la de Lucas).
John Carter es una de esas películas que lo mismo te parece un tostón que te lo pasas como un enano. Yo afortunadamente sentí lo segundo, porque estaba al lado de Théo y disfruté cómo disfrutó él.
Es la típica de Disney: espectacular pero poco profunda, con actores mediocres y trama sencilla. Lynn Collins hace poco más que de florero, Dominic West es un malo de opereta y los diálogos, aunque creíbles y dinámicos, son simplones y poco originales.
Sin embargo creo la producción es consciente de los aparentes fallos de la película. Disney nunca pierde de vista su público objetivo: niños y mayores que quieren pasar el rato siendo niños; ni su marca de fábrica: una mayor complejidad psicológica, aunque hubiese mejorado mucho su calidad, hubiese provocado también aburrimiento en ese público a la que está dirigida (ya de por sí dura más de dos horas).
Personalmente, hubiese preferido que la hubiese dirigido Zack Snyder, el de 300, pero no me lo hubiese pasado tan bien con Théo.