Quizás hubiese sido más feliz de ingeniero petroquímico, pasando largas temporadas en una plataforma del Mar del Norte. Si se me hubiese dado mejor estudiar...
O dueño de una coctelería. Hubiese invertido mis ahorros en un local elegante del barrio de Salamanca. O, ya puestos, en Kensington, Londres. Llevaría chaleco y pajarita y prepararía combinados que cobraría a precio de oro.
O articulista de suplemento dominical, famoso por mi ironía y mi sarcasmo.
O militar en excedencia, representante de una empresa armamentísica, recorriendo el mundo vendiendo productos fruto de la más alta tecnología.
O soldado de fortuna, o espía.
U obrero de la construcción, la piel curtida, las manos callosas y el sueño largo, continuo y profundo.
Minero, marino mercante, librero de viejo, empresario de la construcción, analista de mercados...
No sé, quizás.