El té lleva demasiado tiempo esperándome en la taza.
Fregar con agua fría empieza a ser molesto, vale para la escasa vajilla del desayuno pero para todo el trajín del almuerzo tendrá que trabajar la caldera.
Tiendo la ropa sin
saber si estará seca esta tarde.
Me enjabono dos
veces el pelo para aprovechar la sensación agradable del agua tibia
de la ducha.
Dudo entre vestirme
con pantalón corto o largo. Y el pantalón corto empieza a
parecerme una prenda algo ridícula; mi intención para el próximo
verano es comprarme pantalones largos frescos.
Y salgo a la calle mirando de reojo la chaqueta, colgada en el recibidor.