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viernes, 13 de septiembre de 2019

Primeras señales del otoño


El té lleva demasiado tiempo esperándome en la taza.

Fregar con agua fría empieza a ser molesto, vale para la escasa vajilla del desayuno pero para todo el trajín del almuerzo tendrá que trabajar la caldera.

Tiendo la ropa sin saber si estará seca esta tarde.

Me enjabono dos veces el pelo para aprovechar la sensación agradable del agua tibia de la ducha.

Dudo entre vestirme con pantalón corto o largo. Y el pantalón corto empieza a parecerme una prenda algo ridícula; mi intención para el próximo verano es comprarme pantalones largos frescos.

Y salgo a la calle mirando de reojo la chaqueta, colgada en el recibidor.

martes, 25 de junio de 2019

No sé, quizás...

Quizás hubiese sido más feliz de ingeniero petroquímico, pasando largas temporadas en una plataforma del Mar del Norte. Si se me hubiese dado mejor estudiar...

O dueño de una coctelería. Hubiese invertido mis ahorros en un local elegante del barrio de Salamanca. O, ya puestos, en Kensington, Londres. Llevaría chaleco y pajarita y prepararía combinados que cobraría a precio de oro.

O articulista de suplemento dominical, famoso por mi ironía y mi sarcasmo.

O militar en excedencia, representante de una empresa armamentísica, recorriendo el mundo vendiendo productos fruto de la más alta tecnología.

O soldado de fortuna, o espía.

U obrero de la construcción, la piel curtida, las manos callosas y el sueño largo, continuo y profundo.

Minero, marino mercante, librero de viejo, empresario de la construcción, analista de mercados...

No sé, quizás.

martes, 11 de junio de 2019

El recreo

Pasé delante del colegio, apenas un momento, el tiempo que tardo en pasar ante la puerta enrejada.

No era una niña muy pequeña ni muy mayor. O no recuerdo su edad, fue un instante tan fugaz...

Estaba sentada en el suelo, tenía ante sí toda una colección de muñecos minúsculos: figuras, muebles, animales... que brillaban sobre el suelo de cemento.

Hablaba con una gran sonrisa, oí sin escuchar la conversación con sus juguetes, completamente entregada a la historia que inventaba en su compañía.

Aquel diminuto intervalo se me quedó clavado en la memoria en forma de ligera punzada de angustia.

Me alejé temeroso de que la torpeza de otro niño quebrase la frágil pompa de jabón que había construido alrededor de toda aquella multitud atronadora.

A mi espalda oí el timbre que anunciaba la vuelta a clase.