Aviso cookies

lunes, 9 de septiembre de 2013

El lobo y el perro (Samaniego) Le chien et le loup (La Fontaine)

En busca de alimento
iba un Lobo muy flaco y muy hambriento.
Encontró con un Perro tan relleno,
tan lucio, sano y bueno,
que le dijo: «Yo extraño
que estés de tan buen año
como se deja ver por tu semblante,
cuando a mí, más pujante,
más osado y sagaz, mi triste suerte
me tiene hecho retrato de la muerte».
El Perro respondió: «Sin duda alguna
lograrás, si tú quieres, mi fortuna.
Deja el bosque y el prado;
retírate a poblado;
servirás de portero
a un rico caballero,
sin otro afán ni más ocupaciones
que defender la casa de ladrones».
«Acepto desde luego tu partido,
que para mucho más estoy curtido.
Así me libraré de la fatiga,
a que el hambre me obliga
de andar por montes sendereando peñas,
trepando riscos y rompiendo breñas,
sufriendo de los tiempos los rigores,
lluvias, nieves, escarchas y calores».
A paso diligente
marchando juntos amigablemente,
varios puntos tratando en confianza,
pertenecientes a llenar la panza.
En esto el Lobo, por algún recelo,
que comenzó a turbarle su consuelo,
mirando al Perro, le dijo: «He reparado
que tienes el pescuezo algo pelado.
Dime: ¿Qué es eso?» «Nada».
«Dímelo, por tu vida, camarada».
«No es más que la señal de la cadena;
pero no me da pena,
pues aunque por inquieto
a ella estoy sujeto,
me sueltan cuando comen mis señores,
recíbenme a sus pies con mil amores:
ya me tiran el pan, ya la tajada,
y todo aquello que les desagrada;
éste lo mal asado,
aquél un hueso poco descarnado;
y aún un glotón, que todo se lo traga,
a lo menos me halaga,
pasándome la mano por el lomo;
yo meneo la cola, callo y como».
«Todo eso es bueno, yo te lo confieso;
pero por fin y postre tú estás preso:
jamás sales de casa,
ni puedes ver lo que en el pueblo pasa».
«Es así». «Pues, amigo,
la amada libertad que yo consigo
no he de trocarla de manera alguna
por tu abundante y próspera fortuna.
Marcha, marcha a vivir encarcelado;
no serás envidiado
de quien pasea el campo libremente,
aunque tú comas tan glotonamente
pan, tajadas, y huesos; porque al cabo,
no hay bocado en sazón para un esclavo».

Félix María Samaniego

Un Loup n'avait que les os et la peau,
Tant les chiens faisaient bonne garde.
Ce Loup rencontre un Dogue aussi puissant que beau,
Gras, poli, qui s'était fourvoyé par mégarde.
L'attaquer, le mettre en quartiers,
Sire Loup l'eût fait volontiers ;
Mais il fallait livrer bataille,
Et le Mâtin était de taille
A se défendre hardiment.
Le Loup donc l'aborde humblement,
Entre en propos, et lui fait compliment
Sur son embonpoint, qu'il admire.
" Il ne tiendra qu'à vous beau sire,
D'être aussi gras que moi, lui repartit le Chien.
Quittez les bois, vous ferez bien :
Vos pareils y sont misérables,
Cancres, haires, et pauvres diables,
Dont la condition est de mourir de faim.
Car quoi ? rien d'assuré : point de franche lippée :
Tout à la pointe de l'épée.
Suivez-moi : vous aurez un bien meilleur destin. "
Le Loup reprit : "Que me faudra-t-il faire ?
- Presque rien, dit le Chien, donner la chasse aux gens
Portants bâtons, et mendiants ;
Flatter ceux du logis, à son Maître complaire :
Moyennant quoi votre salaire
Sera force reliefs de toutes les façons :
Os de poulets, os de pigeons,
Sans parler de mainte caresse. "
Le Loup déjà se forge une félicité
Qui le fait pleurer de tendresse.
Chemin faisant, il vit le col du Chien pelé.
" Qu'est-ce là ? lui dit-il. - Rien. - Quoi ? rien ? - Peu de chose.
- Mais encor ? - Le collier dont je suis attaché
De ce que vous voyez est peut-être la cause.
- Attaché ? dit le Loup : vous ne courez donc pas
Où vous voulez ? - Pas toujours ; mais qu'importe ?
- Il importe si bien, que de tous vos repas
Je ne veux en aucune sorte,
Et ne voudrais pas même à ce prix un trésor. "
Cela dit, maître Loup s'enfuit, et court encor.

La Fontaine